El 4 de agosto de 1914 se reunió un
pequeño grupo en casa de Rosa:
el grupo que se convirtió posteriormente
en 1916 en la Spartakusbund (Liga Espartaco).
Discutieron los medios para impedir que los diputados del Partido Socialdemócrata Alemán
votaran a favor del presupuesto de guerra.
Las únicas armas de las que disponía Luxemburgo eran su oratoria y su pluma. Corría de un mitin a otro convencida de que "las masas obreras se pondrían de nuestro lado si fuera posible exponerles nuestra posición y se rebelarían contra la guerra".
Pero se equivocaba. El ejército alemán se anotó sus primeras victorias y el orgullo nacional se
enardeció. Ella comenzaría una largo recorrido por cárceles cada vez más alejadas hasta el final de la guerra.
Rosa Luxemburgo
de Alejandra Arístegui
Quien no se mueve, no se da cuenta de sus cadenas.
R. L.
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